Con el mismo cuidado que tendría
en guardar de una rosa los primores,
guardo de nuestro idilio los ardores,
y tu sagrada imagen, rosa mía.
Candores e ilusión la mente cría
y el corazón, pensil de mis amores,
reverbera de místicos fulgores,
cuando evoco de ti la fantasía.
Más resplandece el sol desde la altura;
más dulces son los frutos del verano,
y esmeralda el verdor de la espesura,
que temo al embeleso por ufano,
a mudar pronto el gozo por premura,
que es breve el tiempo del amor lozano.
Miau
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