Duerme, que pronto trinarán las aves
Y a tu descanso habrás de renunciar;
Se pintará de añil y malvas suaves
El límpido celaje matinal.
Pronto la luz le robará el sosiego
A tus luceros, de vigilia exhaustos,
Cuando de Apolo el ambarino fuego
Tu rostro alumbre con sus rayos
faustos.
Duerme, que al tiempo que el trajín ascienda
Asfixiará el onírico murmullo
Y entre tanto la luz sus redes tienda
Molestará el vehicular barullo.
Duerme, que a la caterva citadina
A poco saltarás apresurado;
A la vida de siempre, la anodina
Del hombre anónimo y
multiplicado.
Miau
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